Durante años hemos tomado tecito para aliviar malestares, disminuir dolencias y apapacharnos con la bebida calientita de manzanilla, zacate limón, canela o lo que encontremos en la alacena. Tengo una noticia para ti, ninguna de las anteriores es té.
¡No, en verdad, no es té!
El té se produce únicamente de la planta del té, así como el vino de la uva o el mezcal del agave. El té, sin importar si es blanco, verde, amarillo, oolong, negro u oscuro (pu’er), se elabora a partir de Camellia Sinensis. Todos se obtienen de la misma planta (en su versión de arbusto o árbol), aunque existen distintas variedades y procesos que los caracterizan y los convierten en obras de arte únicas e irrepetibles, con aromas y sabores propios.
A pesar de que existen distintos factores que determinan el tipo de té, entre ellos la variedad de la planta, terroir, clima, tipo de corte, estación de cosecha, entre otros, el secreto está en su grado de oxidación. El maestro artesano decide el grado de oxidación, eligiendo así el tipo de té a producir. La combinación de los componentes celulares de las hojas con el oxígeno, son los responsables de los colores y aromas que percibimos en cada cuenco de té. Los tés blancos son los menos oxidados, por lo que desarrollan sutiles aromas y sabores, reminiscentes a flores blancas, azúcar y en ocasiones frescos duraznos. Por su parte, el té negro, al ser totalmente oxidado, presenta un perfil más robusto con notas amaderadas, tostadas, ahumadas, cítricas o florales.
Todas las demás bebidas, elaboradas a partir de distintos ingredientes (frutas, flores, frutos secos, raíces, cortezas, semillas, hojas, especias, etc) que no incluyen hojas de Camellia sinensis, son tisanas.
En Quinto tenemos un té o tisanas perfecta para ti, para cada momento del día, antojo, estado de ánimo, clima, etc. Para tu estilo de vida.
¡Te invito a viajar a través del mundo con los sentidos!
Denisse Díaz
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